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jueves, 2 de junio de 2011

El libro de texto y competencia comunicativa.

(leer-es)
La competencia en comunicación lingüística –enseñar a hablar y escuchar, a leer y a escribir para actuar en los diversos contextos sociales- es responsabilidad, como se sabe,  de todas las áreas y materias del currículo. Pero, de un modo especial, del profesorado de  Lengua y Literatura.
Sin embargo, un  examen de los libros de texto de esta materia nos puede hacer pensar que mucho de lo que se pretende enseñar no contribuye a desarrollar la competencia comunicativa. En efecto, constatamos que una buena parte de la materia la forman los contenidos gramaticales. Y, por la forma de presentarlos y por el tipo de actividades que los acompañan,  se puede concluir que difícilmente contribuyen al desarrollo de la competencia en comunicación lingüística.
A nuestro juicio,  el tratamiento de la gramática en los libros de texto tiene, en general, estas características:
·         Se describen mecanismos morfosintácticos que los jóvenes hablantes ya usan, y en cambio no se abordan los que aún no tienen interiorizados (diferentes formas de expresar la temporalidad, las relaciones de causa-consecuencia, la condición…).
·         Se toman como objeto de observación enunciados creados ad hoc para el análisis gramatical, en vez de examinar enunciados reales (titulares de prensa, pies de foto, cronologías, eslóganes, fragmentos de poemas…).
·         Se centra la observación en la oración y en la palabra, al margen de su funcionamiento en el texto.
·         El interés se pone en las formas, y no en los significados, que pueden ser expresados por distintas formas.
·         Predominan las actividades de reconocimiento y etiquetado de formas lingüísticas y funciones sintácticas; y se tienen poco en cuenta las actividades de manipulación de los enunciados (suprimir, añadir, sustituir, cambiar de orden elementos de la oración) y de reescritura de acuerdo con ciertas pautas.
·         Se exponen dogmáticamente conocimientos gramaticales en vez de suscitar la investigación, el debate y la argumentación.
De todo ello se sigue la dificultad para relacionar el bloque de contenidos sobre conocimiento de la lengua con los bloques dedicados a las habilidades lingüístico-comunicativas.
Parece pues, necesario, promover materiales didácticos que integren la reflexión sobre la lengua con actividades de aprendizaje de su uso. Materiales que, más que transmitir conocimientos sobre la lengua  -poco duraderos por poco significativos para los alumnos- busquen desarrollar su capacidad para observar la lengua y para hablar de ella. Esta capacidad es absolutamente necesaria en las actividades de aprendizaje de la lectura y de la escritura.

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