Experiencias con la
lectura
Aprovecho este espacio para hablar de algunas
prácticas que a mí me han ido bien con la lectura. No pretendo decir cosas
nuevas, sino sólo esbozar parte de las que me resultaron útiles y tal vez
puedan servir a algunos compañeros/as.
El arbolito
desde chiquito. Ésta es la que me parece más positiva. Hay que familiarizar
al niño con el libro desde las más tempranas edades. Por supuesto que en la
etapa de Infantil habrá que hablar con los padres para que actúen de lectores y
cuentacuentos, pero precisamente eso será un punto a favor, ya que el esfuerzo
del niño es mínimo. Normalmente el alumno que se acostumbra a llevar libros a
casa desde su ingreso en la escuela suele seguir con la costumbre durante su
etapa escolar. Por el contrario, mientras más tarde queramos introducirle en el
hábito, más dificultades vamos a tener.
Motiva, no
obligues. Ya dije en mi artículo anterior que algunos autores opinan que el
verbo leer no soporta el imperativo. (Borges incluye además soñar y amar). La
forma indispensable para motivar es que el centro disponga de la mayor cantidad
de espacios posibles que faciliten el contacto con el libro y de tiempo para
hacer uso de él. Por lo menos hay que tener comida para que el que tenga hambre
coma, pero también la amplia variedad y presentación de la misma influye. Hay
multitud de formas de motivar que se encuentran en cualquier libro al respecto.
Apunto aquí una que a mí me funcionaba bastante. Se trata de llevar a clase los
libros de los cuales se sacan las lecturas y mostrarlos, dejarlos después como
quien no quiere sobre la mesa y esperar
a que se acerquen a verlos y pedirlos. Si al principio se le pone algún
inconveniente para llevárselos, todavía les da más deseo de hacerlo.
En cuanto a lo de obligar yo al principio lo hacía
una vez por trimestre y pedía algún trabajo escrito, aunque fuera mínimo. Me di
cuenta que eso no hacía lectores y lo abandoné. Mi única exigencia consistió en
que al menos leyeran un capítulo completo antes de devolverlo, si no les
gustaba. Los escritores intentan enganchar desde la primera frase pero a
algunos lectores les cuesta entrar en la historia. De forma voluntaria podían
hablar conmigo o hacer exposiciones orales a la clase sobre lo que les parecía
el libro leído, e incluso, lo podían hacer con los que leían de ellos. Eso es
más motivante y quita la connotación negativa de asociar lectura con trabajo.
(Eludo poner los comentarios que me hacen exalumnos cuando les mandan leer
libros como La Celestina).
El éxito es
proporcional al trabajo. Que nadie piense que esto es una tarea fácil que
se logra con poco esfuerzo. Yo recomendaría que se hiciera en equipo y que se
transmitieran las experiencias positivas. Voy a poner dos ejemplos.
Para seleccionar los libros de la biblioteca yo me
pasaba muchas horas leyendo las características y comentarios sobre cada uno de
los que se compraban. A pesar de ello me daba cuenta que a veces éstos
criterios no coincidían con los gustos de los alumnos. Entonces tomé la
decisión de tener en cuenta a ellos (5º y 6º) a la hora de comprar y de las
estadísticas que me proporcionaba el programa Abies que pueden ser de gran
utilidad. El pedido incluía una colección completa de libros con historias de
fútbol y muchos de Gerónimo Stilton, pero aumentó el número de lectores y la
frecuencia. En cuanto a las estadísticas se pueden intercambiar entre colegios
para orientar sobre los pedidos.
Llevo algunos años dedicando la semana que coincide
con El día del libro a leer uno en clase. La clave de esta actividad está en
encontrar el libro adecuado. Cuando encontré uno que les gustaba a casi todos
el éxito ya sabía yo que estaba garantizado, pero hasta que di con él me costó
lo suyo. Esta experiencia se la transmití a otros por si decidían hacerla (5º y
6º). (Se trata del libro del escritor grancanario Alexis Ravelo “Historia del
bufón Alegre Contador”).
Leer no es
solo leer literatura. Leemos por diferentes motivos. A veces creemos que la
lectura se trata solo del libro literario, hay quienes no leen literatura pero
les encanta el libro informativo o científico. En un principio teníamos
prohibido llevárselos porque podrían servir de consulta, pero con el desarrollo
de Internet se quitó la prohibición y hay lectores que sólo se llevan este tipo
de libros.
Libro
electrónico. Como me jubilé en septiembre ya no estoy al tanto de si se van
tomando iniciativas al respecto. Hace más de dos años ya hablé sobre ello en
una reunión sobre lectura en el CEP. Huelga decir el formato que tendrá en el
futuro el libro.
Compañeros/as, podría enrollarme más pero por hoy
ya está bien de dar la paliza. En esta época de twitter me da la impresión que
los artículos largos no se leen ni cobrando. De todas formas (y como el CEP me paga un pastón por cada
palabra que escribo) voy a aprovechar la ocasión para recomendar un libro
cuya lectura ha coincidido con la escritura de este artículo y que me ha
encantado. Se trata de “La verdad sobre el caso Harry Quebert”. Seguro que los
amantes de la lectura que aún no lo hayan leído no van a quedar defraudados.
Un saludito a todos/as.
Termino copiando un trozo del libro “La historia
interminable” de Michael Ende.
Las pasiones humanas son un misterio, y a los
niños les pasa lo mismo que a los mayores. Los que se dejan llevar por ellas no
pueden explicárselas, y los que no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay
hombres que se juegan la vida para subir a una montaña. Nadie, ni siquiera
ellos, puede explicar realmente por qué. Otros se arruinan para conquistar el
corazón de una persona que no quiere saber nada de ellos. Otros se destruyen a
sí mismos por no saber resistir los placeres de la mesa... o de la botella.
Algunos pierden cuanto tienen para ganar en un juego de azar, o lo sacrifican
todo a una idea fija que jamás podrá realizarse. Unos cuantos creen que sólo
serán felices en algún lugar distinto, y recorren el mundo durante toda su
vida. Y unos pocos no descansan hasta que consiguen ser poderosos. En resumen:
hay tantas pasiones distintas como hombres distintos hay.
La pasión de
Bastián Baltasar Bux eran los libros. Quien no haya pasado nunca tardes enteras
delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara,
leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o
se estaba quedando helado...
Quien nunca
haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque Papá o
Mamá o alguna otra persona solícita le ha apagado la luz con el argumento bien
intencionado de que tiene que dormir, porque mañana hay que levantarse
tempranito...
Quien nunca
haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia
maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había
corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido
y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido...
Quien no
conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender probablemente lo
que Bastián hizo entonces.
Diego Arrebola Gómez
SOSPECHOSOS HABITUALES
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