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jueves, 3 de abril de 2014

Experiencias con la lectura- Diego Arrebola Gómez


Experiencias con la lectura

Aprovecho este espacio para hablar de algunas prácticas que a mí me han ido bien con la lectura. No pretendo decir cosas nuevas, sino sólo esbozar parte de las que me resultaron útiles y tal vez puedan servir a algunos compañeros/as.

El arbolito desde chiquito. Ésta es la que me parece más positiva. Hay que familiarizar al niño con el libro desde las más tempranas edades. Por supuesto que en la etapa de Infantil habrá que hablar con los padres para que actúen de lectores y cuentacuentos, pero precisamente eso será un punto a favor, ya que el esfuerzo del niño es mínimo. Normalmente el alumno que se acostumbra a llevar libros a casa desde su ingreso en la escuela suele seguir con la costumbre durante su etapa escolar. Por el contrario, mientras más tarde queramos introducirle en el hábito, más dificultades vamos a tener.

Motiva, no obligues. Ya dije en mi artículo anterior que algunos autores opinan que el verbo leer no soporta el imperativo. (Borges incluye además soñar y amar). La forma indispensable para motivar es que el centro disponga de la mayor cantidad de espacios posibles que faciliten el contacto con el libro y de tiempo para hacer uso de él. Por lo menos hay que tener comida para que el que tenga hambre coma, pero también la amplia variedad y presentación de la misma influye. Hay multitud de formas de motivar que se encuentran en cualquier libro al respecto. Apunto aquí una que a mí me funcionaba bastante. Se trata de llevar a clase los libros de los cuales se sacan las lecturas y mostrarlos, dejarlos después como quien no quiere sobre la mesa y esperar  a que se acerquen a verlos y pedirlos. Si al principio se le pone algún inconveniente para llevárselos, todavía les da más deseo de hacerlo.


En cuanto a lo de obligar yo al principio lo hacía una vez por trimestre y pedía algún trabajo escrito, aunque fuera mínimo. Me di cuenta que eso no hacía lectores y lo abandoné. Mi única exigencia consistió en que al menos leyeran un capítulo completo antes de devolverlo, si no les gustaba. Los escritores intentan enganchar desde la primera frase pero a algunos lectores les cuesta entrar en la historia. De forma voluntaria podían hablar conmigo o hacer exposiciones orales a la clase sobre lo que les parecía el libro leído, e incluso, lo podían hacer con los que leían de ellos. Eso es más motivante y quita la connotación negativa de asociar lectura con trabajo. (Eludo poner los comentarios que me hacen exalumnos cuando les mandan leer libros como La Celestina).

El éxito es proporcional al trabajo. Que nadie piense que esto es una tarea fácil que se logra con poco esfuerzo. Yo recomendaría que se hiciera en equipo y que se transmitieran las experiencias positivas. Voy a poner dos ejemplos.

Para seleccionar los libros de la biblioteca yo me pasaba muchas horas leyendo las características y comentarios sobre cada uno de los que se compraban. A pesar de ello me daba cuenta que a veces éstos criterios no coincidían con los gustos de los alumnos. Entonces tomé la decisión de tener en cuenta a ellos (5º y 6º) a la hora de comprar y de las estadísticas que me proporcionaba el programa Abies que pueden ser de gran utilidad. El pedido incluía una colección completa de libros con historias de fútbol y muchos de Gerónimo Stilton, pero aumentó el número de lectores y la frecuencia. En cuanto a las estadísticas se pueden intercambiar entre colegios para orientar sobre los pedidos.

Llevo algunos años dedicando la semana que coincide con El día del libro a leer uno en clase. La clave de esta actividad está en encontrar el libro adecuado. Cuando encontré uno que les gustaba a casi todos el éxito ya sabía yo que estaba garantizado, pero hasta que di con él me costó lo suyo. Esta experiencia se la transmití a otros por si decidían hacerla (5º y 6º). (Se trata del libro del escritor grancanario Alexis Ravelo “Historia del bufón Alegre Contador”).

Leer no es solo leer literatura. Leemos por diferentes motivos. A veces creemos que la lectura se trata solo del libro literario, hay quienes no leen literatura pero les encanta el libro informativo o científico. En un principio teníamos prohibido llevárselos porque podrían servir de consulta, pero con el desarrollo de Internet se quitó la prohibición y hay lectores que sólo se llevan este tipo de libros.

Libro electrónico. Como me jubilé en septiembre ya no estoy al tanto de si se van tomando iniciativas al respecto. Hace más de dos años ya hablé sobre ello en una reunión sobre lectura en el CEP. Huelga decir el formato que tendrá en el futuro el libro.

Compañeros/as, podría enrollarme más pero por hoy ya está bien de dar la paliza. En esta época de twitter me da la impresión que los artículos largos no se leen ni cobrando. De todas formas (y como el CEP me paga un pastón por cada palabra que escribo) voy a aprovechar la ocasión para recomendar un libro cuya lectura ha coincidido con la escritura de este artículo y que me ha encantado. Se trata de “La verdad sobre el caso Harry Quebert”. Seguro que los amantes de la lectura que aún no lo hayan leído no van a quedar defraudados.

Un saludito a todos/as.

Termino copiando un trozo del libro “La historia interminable” de Michael Ende.

 Las pasiones humanas son un misterio, y a los niños les pasa lo mismo que a los mayores. Los que se dejan llevar por ellas no pueden explicárselas, y los que no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay hombres que se juegan la vida para subir a una montaña. Nadie, ni siquiera ellos, puede explicar realmente por qué. Otros se arruinan para conquistar el corazón de una persona que no quiere saber nada de ellos. Otros se destruyen a sí mismos por no saber resistir los placeres de la mesa... o de la botella. Algunos pierden cuanto tienen para ganar en un juego de azar, o lo sacrifican todo a una idea fija que jamás podrá realizarse. Unos cuantos creen que sólo serán felices en algún lugar distinto, y recorren el mundo durante toda su vida. Y unos pocos no descansan hasta que consiguen ser poderosos. En resumen: hay tantas pasiones distintas como hombres distintos hay.

La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros. Quien no haya pasado nunca tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba quedando helado...

Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque Papá o Mamá o alguna otra persona solícita le ha apagado la luz con el argumento bien intencionado de que tiene que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito...

Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido...

Quien no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender probablemente lo que Bastián hizo entonces.

Diego Arrebola Gómez



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