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viernes, 25 de abril de 2014

LANZAROTEÑOS POR EL MUNDO (II) - Zebensui Rodríguez Álvarez



LANZAROTEÑOS POR EL MUNDO (II)
 Antonio María Manrique, un lanzaroteño de adopción

Algunos aspectos biográficos

Hijo de Antonio María Manrique (Tetir-Fuerteventura) y de María Saavedra (La Laguna-Tenerife), Antonio María Manrique y Saavedra nació en Tetir el 10 de septiembre de 1837. Poco se sabe de su infancia y adolescencia, salvo que en las Islas debió cursar sus primeros estudios1, los cuales, a partir de julio de 1856, le permitieron desarrollar buena parte de su carrera docente en Hispanoamérica, concretamente en Cuba y Venezuela. En este último país, además, tomó parte en la Guerra Federal de 1859 a favor del bando del presidente conservador Julián Castro, enfrentado a los sublevados liberales de Ezequiel Zamora.
Tras esta aventura, volvió una vez más Manrique a las Antillas, en esta ocasión a Santo Domingo, donde de nuevo volvió a verse envuelto en guerrillas civiles, muy probablemente en el lado de los enemigos de Pedro Santana, apoyados por los Estados Unidos, país al que pronto marchó el joven viajero a aprender inglés.
En 1864 terminó su periplo hispanoamericano y regresó a Canarias, donde logró ampliar su formación académica2 mientras compaginaba su labor docente entre Las Palmas y Puerto Cabras. Tras contraer matrimonio con su primera esposa, Francisca Ramírez de Vega (natural de Gran Canaria), ingresó en la Escuela de Náutica, aunque pronto la abandonó para titularse como notario en una escuela de Madrid.
Provisto entonces de una nueva profesión, se trasladó a Valverde (El Hierro), donde permaneció desde 1871 hasta 1875, momento en que fijó su residencia definitiva en Lanzarote, lugar en que, además de titular de su propia notaría, ejerció como maestro, llegando a fundar un centro de enseñanza primaria y secundaria.
Habiendo enviudado en 1881, volvió a contraer matrimonio en abril de 1882 con María Dolores Suárez Travieso, de Tías (Lanzarote).
Ese mismo año, organizó Manrique una expedición a Puerto Cansado con la colaboración de la Sociedad Democracia de Arrecife y de la Sociedad de Pesquerías Canario-Africana (Sáenz Melero 2005). Su objetivo era el de cartografiar la zona para demostrar a las autoridades españolas que la misma se correspondía con los límites de Mar Pequeña, territorio que, según el Tratado de Was Ras, pertenecía a la Corona española y que, como había advertido el de Tetir, podría haber permitido el desarrollo del banco pesquero canario-sahariano. Sin embargo, al final su localización quedó fijada por el gobierno español en el perímetro y fronteras del enclave de Ifni, lo que echó por tierra todas las expectativas de un dominio español de la zona más cercana a Lanzarote, esto es, Puerto Cansado (Montelongo Franquiz y Falero Lemes 2000: 186).
En 1888, y de nuevo movido por su preocupación por aumentar los recursos industriales de Lanzarote, solicitó al Gobierno de España los permisos necesarios para poblar la isla de La Graciosa e impulsar una entidad pesquera con que mejorar la economía isleña, lo que no parece que se llegara a producir, a pesar de que algunos investigadores (de La Hoz 1961, Muñoz Jiménez 1980, Pérez Hernández 2004, Sáenz Melero 1990) hayan expresado lo contrario3.
Consciente de que la zona de Puerto Cansado ya no sería recuperada por España, en 1902 la persistente creencia de Antonio María en la potencialidad de la pesca para promover el desarrollo económico le invitó a plantear, esta vez en la madrileña revista La Vida Marítima, un nuevo proyecto de establecimientos de pesca en Puerto Naos (Arrecife).
Diversas fuentes refieren, además, que Manrique estuvo enrolado en al menos tres barcos de la Armada Española -insinuándose incluso que para evitar el cumplimiento del servicio militar ordinario-; sin embargo, se percibe en aquéllas un alto grado de confusión que, inexcusablemente, demandan una verificación de estos hechos en los archivos de la institución del Ejército.
En sus últimos años de vida, refiere de La Hoz (1961: 5) que Antonio María Manrique recibió en Madrid un homenaje por su labor africanista y su colaboración en defensa de las pesquerías canarioafricanas, y que, tal vez por estos mismos motivos, en 1902, y a propuesta de Antonio Maura, se le consideró merecedor al honor de Caballero de la Real Orden de Isabel la Católica4; sin embargo, mucho antes de esta fecha ya había señalado Galindo (1895: 1) que «al señor Manrique le convino más renunciarla atentamente, como lo hizo, desde que tuvo conocimiento de la concesión».
Por otra parte, también apunta Galindo (1895: 1) que Manrique «hizo una revolución en España con sus escritos, en defensa de los intereses de la nación y muy especialmente de Canarias, siendo preciso que el entonces Capitán General del archipiélago, señor Weyler, le rogase depusiese de su actitud demasiado peligrosa»; no obstante, no ofrece el célebre cronista más justificación a esta prerrogativa que la aquí reproducida.
En cualquier caso, y de ser cierto lo recogido por éste último en su semblanza sobre Manrique, debió ser el de Tetir una persona muy vinculada a la Corte, pues
durante la cuestión de Mar Pequeña tuvimos ocasión de ver algunas cartas del Duque de la Torre, del ex ministro señor Carvajal, del Vizconde de Campo Grande, del Marqués de la Candia y de varios centros científicos. También hemos visto una obra con autógrafos de la señora Duquesa de Alba, dedicada a D. Antonio María Manrique. (Galindo 1895: 1).

Tampoco han podido confirmarse algunos méritos que los cronistas han adjudicado a Antonio María. A los ya expuestos, añade Galindo (1895: 1) que «el señor Manrique es notario de la Universidad Central de Madrid5, e individuo de varias sociedades científicas en el extranjero», que «se la ha concedido últimamente el diploma de miembro honorario del Instituto Heráldico de Italia», y que «en 1887 fue nombrado vocal de la Mesa del Congreso Español de Geografía Mercantil y Colonial celebrada en Madrid6».
Finalmente, falleció Antonio María Manrique en Arrecife de Lanzarote el 27 de enero de 1907.

Manrique y sus colaboraciones en la prensa
Como buena parte de los intelectuales y creadores de su época, Antonio María Manrique se sirvió de la prensa7 para defender y contrastar muchas de sus opiniones, así como para publicar buena parte de sus composiciones literarias, si bien es cierto que, en numerosas ocasiones, llevó a imprenta en formato de libro buena parte de sus investigaciones, propuestas y composiciones. En efecto, como ha demostrado Sáenz Melero (1990: 40-41), la labor periodística del de Tetir fue sumamente prolija. Así, en Lanzarote, participó como colaborador y fundador de los periódicos locales El Horizonte, Lucero del Alba, La Legalidad, Lanzarote, La Voz de Lanzarote y Cronista de Arrecife. En el resto del archipiélago escribió asiduamente en publicaciones periódicas como La Aurora de Fuerteventura, El Atlántico, La Defensa, Diario de Tenerife, Fénix Palmense, La Opinión, Revista de Canarias, La Solución o Unión Conservadora, entre otras. También a la Península llevó Manrique su voz a través de diversas revistas especializadas: Vida Marítima, Revista España, y Revista de pesca marítima. Y en La Habana vieron la luz colaboraciones suyas en Mundo, Diario de La Habana y Diario de la Marina.
A pesar de que la compilación y estudio de estos trabajos resulta aún insuficiente, las indagaciones hasta ahora realizadas (Pérez Hernández 2004; Rodríguez Álvarez y Sáenz Melero, 2008) permiten enunciar al menos los principales temas por los que el de Tetir sintió especial predilección: la historia y geografía de Canarias, África y América; las pesquerías canario-africanas y las técnicas de pesca y navegación; la dilucidación etimológica; la educación; los más diversos asuntos de la legislación española; los más variados aspectos de la política nacional; y, por supuesto, los más acuciantes problemas de la realidad insular del momento, especialmente de Lanzarote y Fuerteventura.


Zebensui Rodríguez Álvarez




NOTAS A PIE DE PÁGINA
1 En realidad, sólo se tiene constancia de que en 1864 se matriculó en la Escuela Normal de La Laguna -pero sin realizar los estudios de Maestro-, y de que dos años más tarde, en 1866, se matriculó en la Escuela Normal de Las Palmas para, tras realizar los exámenes correspondientes, obtener el título de Maestro de Instrucción Primaria. También se ha podido constatar que en 1873, siendo ya notario, se matriculó en el Instituto de Canarias en Primero y Segundo de Latín, Retórica y Práctica y Geografía, haciendo valer su condición de Maestro para no realizar el examen de ingreso
2 Véase la nota anterior.
3 En un artículo publicado en La Opinión el 19 de septiembre de 1898 bajo el título “La Graciosa” expuso Manrique que
en el citado año de 1888 pasé yo a la Corte de España con el objeto de que el Gobierno me consintiese, y a mi costa, poblar La Graciosa, utilizando su puerto lo mejor posible, y cuantos solicitudes, reclamaciones y gestiones se hicieron fueron inútiles. En lugar de adelantarse un paso, se oponían siempre todo género de dificultades, dilaciones, pretextos, etc. etc. que no tenían razón de ser, resultando al fin ser muy cierto aquel refrán del perro del hortelano.
Más adelante, después de quejarse del despoblamiento de la pequeña isla, recoge que
allí existen los restos de un malogrado caserío destinado a la empresa o industria pesquera, malograda también, en que se consumió un respetable capital, sin fruto alguno, triste ejemplo de muchas empresas españolas mal administradas y peor planteadas.
Es probable que los citados investigadores hayan confundido el propósito de Manrique con anteriores proyectos de explotación de la isla de La Graciosa: los de Rafael Cappa y Maqueda (1852-1871), Francisca Gascón Segarra (1868-1875) y Ramón Silva Ferro (1871-1879), además de la S.A. Pesquerías Canario-Africana (Martínez Milán 1992: 26-40)
4 En 1883, la Gaceta de los Colegios Notariales exponía en su número 68 lo siguiente:
La prensa ha llegado a decir que [Antonio María Manrique] merece una recompensa; nosotros añadiremos que la merece y la necesita, porque basta saber que es Notario, para comprender que atraviesa la azarosa senda que en la actualidad recorre la clase toda. En vista de la indiferencia con que generalmente se miran los trabajos científicos y de lo difícil que es obtener el resultado que el señor Manrique, sólo con la pluma, ha sabido alcanzar para España, la prensa no debe contentarse con proclamar que el digno funcionario de Arrecife es merecedor de una recompensa, sino reclamarla eficazmente al Gobierno, para estímulo de cuantos se consagran a las áridas tareas que dichas investigaciones exigen, sobre todo, dignas del mayor encomio cuando se llevan a cabo por un hombre sin recursos, que sólo se propone alcanzar el bien de la patria.

5 ¿Se habrá confundido el cronista con el hecho de que Manrique realizó sus estudios para notario en Madrid?
6 Villanova Valero (1999: 179) documenta la celebración de este congreso en 1883, y no en 1887. En cualquier caso, Martínez Milán (1985: 67) refiere la presencia de representantes canarios en el mismo, pero no señala si Manrique fue uno de ellos.

7 Como ya advirtió Sáenz Melero (1990: 41) valiéndose de la necrológica que sobre Antonio María Manrique publicara Batllorí Lorenzo (1907), el de Tetir firmó muchas de sus colaboraciones en prensa haciendo uso de distintos seudónimos: León el Africano, Doctor Oscar Strand, Carlos Reitter y Olimpia de Montemar. Aunque en ocasiones no parece encontrarse una relación clara entre el empleo de estos y el contenido de los artículos firmados con los mismos, sí puede observarse muchas veces una clara intencionalidad en la elección de los mismos. Así, León el Africano -nombre de un viajero granadino de origen marroquí que recorrió casi toda África entre los siglos XV y XVI- es el elegido para publicar sus descripciones sobre el continente vecino. Por su parte, el de Olimpia de Montemar fue el preferido para firmar aquellos artículos en los que la mujer o el feminismo eran objeto de análisis, aunque no faltan casos en que la temática varía. Finalmente, Oscar Strand y Carlos Reitter suele ser la identidad tomada por el autor para firmar sus trabajos de contenidos técnicos o vinculados a la Geología y Vulcanología.


Para saber más


 Antonio María Manrique: vida y obras. En torno a su obra inédita. Estudios sobre el lenguaje de los primitivos canarios o guanches.
MUÑOZ JIMÉNEZ, Rafael

 


PÉREZ HERNÁNDEZ, José Eduardo







                     


Don Antonio María Manrique y Saavedra: prototipo de la burguesía canaria (1837-1907)
REYES GONZÁLEZ, Nicolás, GUERRERO ROMERO, Francisco y SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Carmen







RODRÍGUEZ ÁLVAREZ, Zebensui y SÁENZ MELERO, Antonia


TRUJILLO YÁNEZ, Gustavo A.



Resumen de la historia de Lanzarote y Fuerteventura
MANRIQUE, Antonio María 





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