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viernes, 14 de noviembre de 2014

“No sólo el alumnado necesita una educación en las emociones” - Estefanía Curbelo Rodríguez

 “No sólo el alumnado necesita una educación en las emociones” por Estefanía Curbelo Rodríguez

Cada persona parte con su propia inteligencia emocional,  que tiene que ver con su historia genética y sus vivencias.  Se puede marcar caminos, pero los parajes de ese camino donde uno puede nutrirse son diferentes para cada uno de nosotros, no hay dos personas iguales.

Aunque se ha popularizado mucho la inteligencia emocional,  tenemos que ser conscientes de que es un trabajo muy serio y riguroso. Partimos  de diferentes necesidades, e incluso alguna necesidad no atendida. Debemos saber si el problema está en la personalidad o en el cerebro,  teniendo que hilar fino con la inteligencia emocional y gestión de emociones,  pues a veces,  se hace más  daño que bien.

La psiconeuroendocrinoinmunología, es la ciencia que estudia la relación que existe entre la psiquis, sistema nervioso, sistema endocrino y  sistema inmune, ofreciendo los conceptos y componentes para cambiar la forma en el que las personas percibimos el mundo. Nos afirma  que nuestro estado emocional y nuestra percepción influyen directamente en nuestra salud.

 El doctor Robert Ader, reescribe el mapa biológico del organismo, y después de realizar estudios e investigaciones,  llega a la conclusión de que el sistema nervioso central e inmunológico se comunica. Por lo que la mente, las emociones y el cuerpo no están separados sino íntimamente relacionados.  El sistema inmunológico puede condicionarse porque se encuentra bajo control del sistema nervioso, y éste a su vez, bajo el control de nuestros pensamientos y nuestras emociones.

Las células del sistema inmunológico están repletas de receptores de nuestros estados emocionales. El mensaje destacado que se traslada, es que de acuerdo como pensamos, sentimos, imaginamos y actuamos, incide de forma directa en nuestro sistema inmune. Por lo tanto,  si yo cambio mis pensamientos y desarrollo emociones saludables, provoco un cambio inmunológico favorable. Según esta teoría si reprimo una emoción, bloqueo una función orgánica. Somos adictos a las respuestas emocionales, actuando casi siempre de la misma manera, reaccionamos emotivamente y casi nunca ajenos a la emoción.

 Los estudios dicen que uno de los daños mayores del individuo es cómo nos afectamos. Si yo cambio mi percepción, o gestiono bien mis emociones, yo cambio el comportamiento de mis genes. Dicha teoría está trabajando para obtener una evidencia científica y que pase a ser considerada como  opción de la medicina convencional y no de la alternativa.

 Las enfermedades en persona jóvenes aumentan de forma considerable. Pensamos que por no fumar, hacer ejercicio y comer de forma adecuada,  va todo bien y eso no alcanza. Lo emocional va mucho más allá.  En ocasiones, no sabemos cómo expresar sanamente y sabiamente como sentimos.  Los científicos dicen que el ansiógeno más grande de nuestro cuerpo es la preocupación por las cosas que todavía no han ocurrido, generando una emoción (la ansiedad) que comienza en nuestro cerebro y actúa en nuestro cuerpo.  Tenemos el poder, según esta ciencia, de generar nuestras propias drogas y ansiolíticos.

Nuestro estados emocionales se dividen en dos, aquellos que elevan mi capacidad de respuesta inmunológica y que van actuar a favor de mi psiquismo y lo contrario. Por ejemplo: mi irritabilidad (sensación que experimento cuando hay un deseo contrariado) es indicador de malestar, pudiendo bajar la calidad de defensa de mi cuerpo. En definitiva, la psiconeuroendocrinoinmunología es la comunicación entre mente y  cuerpo. Destacando la  importancia de las emociones entre ambos. Las emociones son señales electromagnéticas que afectan a la química y a la electricidad de cada célula del cuerpo.

Aunque suene muy raro, podemos experimentar plenitud emocional aunque estemos rodeados  de situaciones adversas. Con los estados emocionales negativos la química de la felicidad no puede entrar en nosotros. Por ello,  es  importante  trabajar con nuestra percepción, pensamientos y emociones.
Recientemente, este tema ha despertado un incremento de interés por la ciencia médica, el cuerpo y la mente están intrínsecamente ligado y su interacción ejerce una notable influencia en la salud y la enfermedad. Las emociones reprimidas vulneran nuestro sistema inmunitario, al igual que el estrés y las creencias insalubres.  Actitudes, hábitos y estados emocionales pueden desencadenar reacciones que afectan la química interna de nuestro organismo, optimizando o debilitando nuestro estado funcional.
Por ello, hay que aprender a gestionar nuestras emociones, no sólo puede ser tarea para niños. “Apostar por una educación emocional es apostar por una vida saludable”.

Estefanía Curbelo Rodríguez





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