Bachiller salesiano II
Como ya anuncié aquí está la segunda entrega de la batallita de mi bachiller. Hoy hablaré de algunos aspectos académicos y de tiempo libre.
No dábamos el bachiller normal de entonces, sino que se trataba de uno laboral, en su rama agrícola-ganadera, apropiado para la zona en que estaba enclavado el centro y que tenía las miras puestas en continuar después en una Universidad Laboral. Teníamos asignaturas como Agricultura, Ganadería o Maquinaria agrícola.
La enseñanza era la tradicional, fundamentalmente de carácter memorístico, y con el sistema de premios y castigos propio de la época. Se seguía usando el castigo físico, aunque no era empleado por todos los curas. Había quien no lo usaba nunca y de otros alcanzabas alguna que otra (a veces más de una), cachetada o coscorrón. El otro castigo era privarte del tiempo de ocio y a cambio tener que estar en el aula estudiando o, al menos, disimulando que lo hacías.
Como anécdotas cuento dos. Estaba en primer curso y nuestro tutor se ausentó unos días. En su lugar pusieron como cuidador de las horas de estudio a un tractorista que trabajaba en el cortijo anejo. Aquel hombre solo entendía de bofetones repartidos por el más mínimo motivo. Por otra parte, se notaba que los tractores de la época (mayormente LAND) eran de dirección dura y se necesitaba fuerza para manejarlos. Creo que todos los del curso lo pudimos comprobar.
Después nos castigó toda la semana sin tener recreos ni tiempo libre. Pero hubo suerte. El miércoles había partido de la Copa de Europa (la Champion de hoy) y jugaba el Madrid ye-yé contra el Manchester de Bobby Charlton. El Consejero era muy aficionado al fútbol y no podía soportar tener que quedarse con nosotros sin ver el partido. En la primera parte el Madrid ganaba 3 a 1, así que nos levantó el castigo para poder ver la segunda parte. Pero hete aquí que el Manchester empata en la segunda (si mi memoria no me falla quedaron 3-3) y el Madrid queda eliminado. Nos temíamos que volvería el castigo, pero afortunadamente no fue así.
El tiempo libre era miércoles y sábados por la tarde, y domingos todo el día, excepto misas y un rato de estudio. Teníamos lo que llamábamos paseo, que consistía en salir del colegio e ir a algún lugar cercano caminando. Solíamos ir a un cortijo vecino, propiedad del colegio, y jugar al fútbol en una era que tenía. Cuando llegaba el calor nos gustaba ir a un río próximo (el Guadalhorce, hoy casi seco) a los sitios donde nos podíamos bañar o estar más frescos. También íbamos a una alberca que se usaba para regadío y beber los animales. Nos bañábamos en ella y suerte que nunca pasó ninguna desgracia, pues el agua no estaba tratada, no tenía ninguna medida de seguridad y las vacas estaban bebiendo mientras nadábamos.
Después, a los mayores, nos permitían ver la tele un rato y los domingos nos proyectaban una película en el salón de cine. Aún recuerdo la serie de ciencia ficción “Viaje al fondo del mar” que era la que echaban los sábados y que nos tomábamos un poco a pitorreo porque siempre era la misma estructura: había una amenaza para el submarino en el que transcurría, que después siempre resolvía la tripulación. Cómo no acordarnos también del concurso “Cesta y puntos” en el que participaban alumnos de institutos que cursaban el Bachiller Superior y se competía como si fuera un partido de baloncesto. Los miércoles íbamos cuando había fútbol. La película semanal era lo que más no gustaba (y el estar castigado sin verla, lo que más odiábamos). Si nuestros familiares venían a vernos también podían asistir a ella y después ya tenían que marcharse. Como es lógico pensar la mayoría eran del oeste o de aventuras. Aún recuerdo bastantes de las que vi allí.

El domingo por la mañana era el día dedicado al deporte y los cursos mayores solían enfrentarse con partidos de fútbol. También se permitía que nos visitaran los familiares y si querían nos podíamos ir con ellos hasta la hora en que empezaba el cine, que debíamos incorporarnos al colegio.
Cuento, por último, lo que nos sucedió un domingo que tras jugar nuestro partido por la mañana, un pueblo vecino (Cartaojal), llamó al colegio para que los mayores fuéramos a jugar contra ellos. El director nos autorizó pero nos dijo que nos las apañáramos por nuestra cuenta. Como no había medio de transporte, nos fuimos caminando hacia el pueblo. Para hacerlo más corto (estaba a 7 km) cogimos campo a través, por entre olivos. Jugamos el partido (perdimos 4 a 2, diré que estábamos exhaustos, para que sirva de excusa) y cuando acabamos comenzó una tormenta de mucho cuidado. Como ya no podíamos ir por el campo porque estaba todo embarrado, los vecinos, para que llegáramos a tiempo y no nos castigaran, nos prestaron unas bicicletas. No había suficientes y tuvimos que ir de dos en dos. El camino era de tierra, con baches. Las bicicletas no tenían luces y adivinábamos el camino por el agua que corría por la carretera. Aún no sé cómo llegamos vivos y a tiempo.
Incorporo fotos de la época y espero que con un esfuerzo de imaginación logren reconocerme.
Diego Arrebola Gómez
SOSPECHOSOS HABITUALES
ACCESO
ACCESO
Sección abierta al profesorado y personas afines al mundo de la literatura, donde se publican de forma periódica, reflexiones, sugerencias, textos literarios, etc. que los "sospechosos habituales" entiendan que deben publicar. El CEP de Lanzarote no se hace responsable de las opiniones reflejadas en este apartado de expresión escrita.
Animamos a participar a todo el profesorado en esta sección, bien en el apartado de comentarios en cada artículo, y/o escribiendo artículos para su publicación y enviándolos a bibliotecaceplanzarote@gmail.com o agueher@gobiernodecanarias.org.
Animamos a participar a todo el profesorado en esta sección, bien en el apartado de comentarios en cada artículo, y/o escribiendo artículos para su publicación y enviándolos a bibliotecaceplanzarote@gmail.com o agueher@gobiernodecanarias.org.
No hay comentarios:
Publicar un comentario